El afilador, también llamado amolador, era un comerciante ambulante, que ofrecía sus servicios de afilar cuchillos, tijeras y otros instrumentos de corte. Incluso eran reparadores de paraguas.
El de afilador es uno de los oficios más característicos del mundo rural gallego, en particular del norte de la provincia de Orense.
Se tiene constancia de la existencia de afiladores ambulantes gallegos desde hace tres siglos. Es, por lo tanto, un antiguo oficio que resistió las inclemencias de la historia gracias a la tenacidad de estos hombres curtidos en las más duras condiciones laborales, familiares y personales.
El medio de trabajo del afilador era la rueda o tarazana, primero transportada a espaldas del afilador, y más tarde rodando. Fue en la segunda mitad del siglo XX cuando la emblemática tarazana fue sustituida por herramientas más modernas, como la bicicleta o la motocicleta equipadas con la rueda de afilador.
Recorría las calles de la ciudad o poblado y para anunciar su cercanía solía emplear una pequeña flauta de Pan de cañas o plástico como silbato, llamado chiflo, o xipro, la cual soplaba haciendo sonar sus tonalidades consecutivas, de grave a agudas y viceversa.LA siguiente foto muestra un xipro hecho de caña.
Se tiene constancia de que por lo menos hasta el siglo XVI se construían de caña, como podemos ver en el Quijote.
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